El ayudar es peligroso. Porque puede ser una intervención en el movimiento de otra alma y puede perturbar ese movimiento. Por lo tanto, si yo quiero ayudar, primero debo sincronizarme con el alma del otro, y debo esperar que su alma entre en sintonía con mi alma, hasta que vibren juntas. Ahí entonces puedo guiar a otro en sintonía con mi alma y su alma, solo como acompañante de su alma y solo hasta el punto en el que su alma y la mía lo permitan.
Puedo percibir si al ayudar estoy en sintonía con mi alma si mientras lo hago puedo estar totalmente tranquilo y puedo interrumpir en cualquier momento. Cuando voy más allá me doy cuenta de que mi alma se retira, que se vuelve inquieta, que comienzo a pensar en lugar de actuar. En ese momento ya no estoy en sintonía con mi alma y tampoco en sintonía con el alma del otro.
Cuando el otro se inquieta se que él tampoco está en sintonía con su alma. Ahí interrumpo de inmediato.
A veces, cuando quiero ayudar a otro o debo hacerlo porque las circunstancias, por así decirlo, lo tornan inevitable. me doy cuenta de que debo dar pasos que son peligrosos. Ayudar a pesar de todo requiere valor. Esos pasos son peligrosos porque se que el otro forma parte pero no está en sintonía con su alma, luego me puede hacer reproches, incluso me puede llegar a hacer un juicio porque yo estoy haciendo algo que él considera equivocado, a pesar de que él no se anima a aquello que necesita y quiere. Entonces tal vez entra en una lucha de poder conmigo, a costa suya, sacrificando su bienestar en pos de su idea. Esto aparece muchas veces en aquellos que pertenecen a una escuela especial que basa sus teorías, en parte, en mandatos de creencia. Entonces me exigen a mi que adhiera a esas pautas y las cumpla, a pesar de que la realidad, la realidad inmediata, no lo justifica.
Por lo tanto, el ayudar por un lado requiere la sintonía y por el otro lado la valentía. Y requiere la disposición de interrumpir en el momento en que se interrumpe la sintonía. Porque en realidad no sabemos lo que es adecuado para cada individuo.
Cuando la sintonía interrumpe, el ayudar debe cesar.
Entonces uno se retira del ayudar.
Cuando me siento responsable por alguien luego de haberlo ayudado respetando los límites que acabo de mencionar, pasó a tomar un rol que no me corresponde.
De repente entonces para él soy el padre o la madre, tal vez entre a competir con su padre o su madre y por ese motivo quedó paralizado.
Es decir, ese ayudar también debe estar en sintonía con su padre y su madre y su familia. Así entonces el ayudar dentro de este marco no solo llega al consultante. También llega a su familia y gracias a la sintonía con su familia ese ayudar adquiere una fuerza especial.
Libro Circulo Cumplido – Bert Hellinger