“Somos Seres Espirituales con una Experiencia Humana”
Tailhard de Chardin
La multidimensionalidad es la esencia del ser humano, somos espíritu en movimiento en varias dimensiones en el mismo espacio – tiempo.
En lo cotidiano generalmente nos movemos en la dualidad y eso nos lleva siempre a dejar algo fuera, lo excluimos porque creemos que no tiene nada que ver con nosotros, esas preferencias nos alejan de experimentar el ser multidimensional que somos, al hacer esto dejamos de lado una parte importante del todo.
En las Constelaciones Familiares tenemos una mirada fenomenológica, se revela “lo que es”, sin juicios, sin opinión, sin interpretación, dejamos que el hecho se muestre, dejamos que lo que aparece nos toque, para eso el constelador renuncia a sus preferencias, para ver y escuchar lo mayor que aparece.

Constelaciones Familiares Espacio Tiempo
Es muy difícil en nuestra cultura no interpretar un hecho, y cada uno lo pasa por su lente, cultural, sistémico. No existen observadores aislados de lo observado, nuestra mirada no es neutral. Todos participamos de una red de energía interconectada llena de información que se manifiesta en todo momento. Rupert Sheldrake estudió los campos morfogenéticos, que permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie sin mediar efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel fuera del espacio y el tiempo. Esto estudia la física cuántica.
En las Constelaciones Familiares ese campo aparece trayendo la información de la conciencia colectiva de ese sistema, expresándose en un hecho que para el consultante puede ser un síntoma en su vida cotidiana, que le produce un gran malestar.
Durante el trabajo ese espacio tiempo se abre trayéndonos la información que permanecía oculta a los ojos del consultante, tomar esa información posibilita llegar a la profundidad del alma posibilitando que se inicie un movimiento de solución.
En ese momento si estamos abiertos a lo que sucede, en una milésima de segundo podemos dejarnos tocar por ese espíritu que somos, al cual pertenecemos.
Alda Miccolis